14 mayo, 2011

Shooting dogs. Disparando a perros.

A veces la vida puede llegar a ser tan cruel que, ni la persona más valiente del mundo, se atrevería a imaginarlo: problemas sin solución, que no permiten que nuestra vida vuelva a ser la que era; personas que creen, sobre todas las cosas, en su propia perfección, (aunque esta no exista) hasta tal extremo que están dispuestas a hacer lo que sea necesario para que el resto del mundo también se lo crea...incluso matar a miles de personas.
Recuerdo cuando eramos pequeños y creíamos que toda esa crueldad era imposible, pero poco a poco nos fuimos dando cuenta de que la realidad no era la que soñábamos, y de que la maldad está más cerca de lo que jamás pudimos imaginar.
Hace poco, en 1994, en Ruanda-África. 1.000.000 de personas de una tribu, los tutsis, fueron asesinados brutalmente a golpe de machete por el gobierno hutu... simplemente porque los veían inferiores
...y aún seguimos creyendo que el problema está muy lejos de nosotros.
Al ver toda esta barbarie me pregunto ¿Que es lo que nos queda ahora?.¿Cual será nuestro futuro?
Creo que es hora de aprender a vivir como una persona en este miserable mundo de mierda, capaz de arrebatarle la sonrisa a un niño, o aún peor, la vida; un mundo en el que se da muerte a millones de personas por arrogancia y por el mero capricho de una o varias personas que, para llegar a lo más alto, son incluso capaces de adentrarse en el término GENOCIDIO. Vivimos para la muerte. Es cruel, pero es así. Le damos más importancia que a la propia vida, y la tememos sobre todas las cosas.
Vivimos regidos por "el orden" y a la vez por "el caos". NO SOMOS LIBRES, porque no nos dejan serlo y, por esa misma razón, nunca lo seremos. Somos prisioneros de la sociedad, de los políticos y de nuestros propios sentimientos. Cuando algo se nos tuerce no somos capaces de levantarnos y seguir caminando, ni tampoco lo somos de superar nuestros errores y nuestros problemas. Llevamos muy poco en este planeta y lo hemos destruido en cuestión de años. Nos estamos aniquilando entre nosotros.
Y después de todo esto ¿Aún seguimos creyendo que se nos puede tratar como personas?. Que yo sepa, una persona es un ser racional (es decir capaz de tomar decisiones y distinguir entre el bien y el mal) consciente de sí mismo y poseedor de una identidad propia. Nada más lejos de lo que hoy en día estamos siendo. Somos egoístas, cínicos, malvados y aunque digamos que buscamos la paz es mentira, porque vivimos en la guerra. Somos agresivos e impulsivos, incautos, insociables y esclavos de muchos factores inculcados por generaciones anteriores. Vivimos en un mundo regido por la pobreza, el hambre, el frío y el miedo. Hemos visto la desgracia del genocidio y, aún así, fuimos capaces de quedarnos impasibles mirando como sucedía. Lo contemplábamos y decíamos: ¡Pobres! pero, en el fondo, nos daba igual mientras que no fuésemos nosotros los que estaban allí.
Y ahora pregunto: ¿Y si nos ocurriese a nosotros en lugar de a ellos? La cosa cambiaría ¿No? Porque estaríamos viviendo en primera persona la angustia y el terror de estar esperando detrás de una valla a que llegara nuestra muerte.

2 comentarios:

  1. cuentas con todos los mimbres para convertirte en una excelente persona, var por buen camino Irene. Deica

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  2. No dejas de sorprenderme Irene!!
    Me alegra ver que estos son los valores que te mueven, y que este es tu sentir.
    Porque te tengo cerquita sé que tu eres así de valiente y generosa. Espero que sea por mucho tiempo.

    Te dejo un poema de Martin Niemöller "Cuandos los nazis vinieron a por los comunistas" para que reflexiones un poco sobre él:

    Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
    guardé silencio,
    porque yo no era comunista,

    Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
    guardé silencio,
    porque yo no era socialdemócrata,

    Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
    no protesté,
    porque yo no era sindicalista,

    Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
    no protesté,
    porque yo no era judío,

    Cuando vinieron a buscarme,
    no había nadie más que pudiera protestar.

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